EL CAMINO DEL ESTOICISMO



Hace relativamente poco, una profunda inquietud estaba recorriendo mis pensamientos. Mi intuición me decía que había un puzle que debía resolver para poder seguir avanzando. Tenía algunas de las piezas que necesitaba, pero no sabía cómo encajarlas. Un día, una persona me dijo algo que supuso para mí el final de este rompecabezas. Me dijo: "no podemos controlar lo que hacen los demás". Esta sencilla frase me dio la clave. Tardé algunas semanas en comprenderla, solo tuve que darle la vuelta. Si yo no puedo controlar lo que hacen los demás, ¿por qué van a poder controlar ellos lo que hago yo? Y fue justo en ese momento donde todo cambió. Entendí que mi mente es como una carreta tirada por caballos. Yo puedo sujetar las riendas y marcar el rumbo, o no hacerlo, y permitir que los caballos me lleven por donde ellos quieran.

Y eso me condujo a una reflexión muy importante, que lo que ocurre en la vida no tiene la más mínima importancia. Lo único que realmente tiene un significado es cómo percibimos lo que nos ocurre en la vida. Si eres capaz de coger las riendas de tu vida, obtienes el poder de escoger qué emociones quieres que te produzcan las cosas que te pasan. De esta forma, un despido, una ruptura amorosa, una amistad rota... pueden suponer para nosotros una tragedia, o pueden ser incluso una satisfacción. Depende del prisma con el que lo mires. Y ese prisma te pertenece a ti y solo a ti, a nadie más. Dentro de mi cabeza, mando yo.


 "Los acontecimientos no te lastiman, pero tu percepción de ellos sí puede hacerlo". - Epícteto.

Creía que había descubierto la pólvora, pero gracias a una persona averigüé que eso ya lo habían inventado hace más de 2.300 años unos griegos con una gran claridad mental. Se trataba de los estoicos. Zenón, Marco Aurelio, Séneca, Epícteto... Esa persona me explicó que este nombre se debe a que se reunían en la vía pública, bajo un pórtico pintado en la ciudad de Atenas. Ese pórtico recibía el nombre de "Stóa poikilé", y de ahí proviene la palabra "estoicismo". El nombre de esta persona que abrió para mí este mundo nuevo es Fabián C. Barrio, un tipo que, en sus propias palabras, es un misántropo ignorante y cascarrabias que vive en una roca pelada y que no se considera a sí mismo nadie especial. Pero yo creo que sí es una persona especial y que tiene muchas cosas que compartir con el mundo. Por ello, os paso el link a su canal de YouTube. No tiene desperdicio.

FABIÁN C. BARRIO

Y ahora me he dado cuenta de que he sido un necio. Pensaba que había llegado al final de un camino, cuando en realidad solo había descubierto el principio. Me he dado cuenta de que la mayoría de los seres humanos viven anclados en su propia rigidez. Pasan sus vidas engañados con la ilusión de que aquello que creen conocer es todo lo que existe y marcan ahí sus límites, sin llegar nunca a rebasarlos. Pienso en todas las posibles aplicaciones y me parecen ilimitadas. Existen estudios, como el del Centro de Biología Molecular Severo Ochoa (UAM-CSIC), en Madrid, que han demostrado que el cerebro humano sigue creando nuevas neuronas durante toda la vida. Si soy yo quien manda dentro de mi cabeza y soy yo el que escoge cómo sentirme respecto a los acontecimientos de mi vida, ¿no apunta eso a que podemos moldear y reconfigurar nuestro propio cerebro? Reparar traumas emocionales, patrones de pensamiento defectuosos, trastornos de la personalidad... todo ello se podría conseguir simplemente a través de la meditación y el autoconocimiento. Las posibilidades son infinitas.

Pienso en todas esas personas del pasado que hoy consideramos sabios: Siddharta Gautama (Buda), Mahatma Gandhi, Confucio, Aristóteles... Yo no creo que ninguno de ellos naciera o viviera su vida sintiéndose especial. Pienso que eran personas normales que consiguieron desprenderse de sus límites ilusorios y se elevaron por encima de los demás, o al menos, los demás acababan mirándolos a ellos desde abajo. Y yo no creo que ninguno de ellos tuviera nada que no tenga yo, o tú, o cualquier persona. Quizá Fabián se refería a eso cuando me dijo que no se consideraba nadie especial. Supongo que el tiempo le dará a cada uno el valor que merece.

Me despido con esta cita del personaje Zefram Cochrane, de la saga Star Trek, que resulta muy apropiada:
"No trates de ser un gran hombre. Sé solo un hombre, y deja que la Historia juzgue por sí misma".
Gracias a todos mis lectores, en especial a Fabián C. Barrio, no sería lo mismo sin vosotros. Suscribíos al blog si queréis recibir novedades. No os llegará nunca spam desde aquí, simplemente os llegará un correo si hay nuevas publicaciones.



Comentarios

  1. Muy buena reflexión. Ya lo dijo el poeta "Caminante no hay camino, se hace camino al andar". Aprendemos caminando, cayéndonos y al final de la vida podríamos pensar "ojalá tuviera otra para cambiar muchas cosas" pero es así, aprendemos viviendo y ¿por qué no? también de la experiencia de otros.

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  2. Muy interesante el artículo como todos los que publicas. Quizás sirva al individuo para regular las emociones y evitar el miedo al fracaso o sobre todo a avanzar y crear nuevas metas. Y siempre está la oportunidad que tenemos de rectificar un camino y escoger otro. A si mismo aunque no nos sirva a nosotros si puede servir a otra persona nuestras experiencias y decisiones. Quizás sea cuestión sobre todo de actitud de como afrontar los acontecimientos que nos rodean

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    1. Muchas gracias por tu comentario. Lo importante es tomar las riendas de nuestra mente y decidir conscientemente cómo nos queremos sentir en cada momento.

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