EL VALOR DE LAS COSAS


Aún recuerdo cuando de niño iba al cine (el día del espectador, claro) con 500 pesetas de las de antes, que equivaldrían a 3 euros. Con solo 3 euros yo me compraba mi entrada, mis palomitas, mi refresco y alguna que otra chuchería. Si en 2020 quiero ir al cine en el día del espectador, la entrada me sale 4.20€. Luego paso al interior y me dirijo a la zona de comestibles. Visto el menú completo, la forma más económica de tener mis palomitas y mi refresco es un atraco a mano armada que ellos se atreven a calificar de "oferta inigualable" por una cuantía de 7.45€. Eso sí, se trata del menú infantil (palomitas y refresco pequeños). Las gominolas se facturan por peso. Las cerezas recubiertas de polvos pica-pica son mis favoritas y cuestan 0.21€ el gramo. El peso promedio de una de estas gominolas es de 2 gramos. Si yo me compro una bolsa con 5 de estas cerezas, estoy pagando 2.10€. Si sumamos todo, las 500 pesetas de antes (3€) se han convertido ahora en 13.75€.

Es en este punto en el que hay que tener muy clara la diferencia entre valor y precio. El menú pequeño de Palomitas+Refresco cuesta 7.45€. Si el valor que tú le das a poder ver la película mientras picas algo es igual o superior a esa cantidad, entonces lo compras. Pero si es menor, no lo compras. Lo que define el mercado entonces es siempre el valor subjetivo, mientras que el precio está siempre supeditado a él. A menos, claro está, que nuestra percepción del valor de las cosas haya sido saboteada.

"Las cosas no valen sino aquello que se las hace valer".
- Molière.
Yo sé que detrás de esos menús existen empresas que producen palomitas y que producen refrescos. Empresas que los envasan, los almacenan, los transportan, les hacen publicidad y los venden en las tiendas. Sé que esas empresas están compuestas de trabajadores, personas físicas que actúan a su vez como consumidores de otras empresas. Por lo tanto, sé que los 13.75€ de mi penoso menú infantil con entrada y gominolas van a ser repartidos entre todos esos trabajadores en la proporción que sea, pero será para ellos. Entonces, si esos trabajadores están recibiendo más de cinco veces lo que antes me costaba ir al cine, ¿cómo es que a ellos también les parece un atraco que les cobren 13.75€ por ir al cine? Sería lógico pensar que su percepción del valor les hiciera verlo como un precio asequible, dado que ellos ahora están recibiendo más de 5 veces su antiguo precio.

Ahí nos tenemos que dar cuenta de que parte del dinero se está yendo por el camino. ¿Adónde va? Va a parar a manos del Estado. El Estado coge un porcentaje de tu sueldo y se lo queda. A cambio, el Estado te promete que usará ese dinero en tu beneficio. El Estado vendría a ser un simple intermediario, como cuando llamas a JustEat para que te traiga la comida a casa en lugar de irla a recoger tú mismo. Sin embargo, eso es solo una promesa. Cada vez que tu coche pisa un bache en la carretera, cada vez que no tienes una manta o una camilla cuando estás ingresado en el hospital; cada vez que ves el colegio de tus hijos sin equipos informáticos, cada vez que observas una cola de 10 personas en el súpermercado; cada vez que uno de tus medicamentos lo deja de cubrir la Seguridad Social, cada vez que te planteas si te puedes permitir ir al cine. Todas y cada una de esas veces lo notas, lo sientes... pero no sabes muy bien qué es. No lo sabes porque tu percepción del valor de las cosas está alterado. La realidad es muy simple: te están robando.

Me despido aquí, no sin antes recomendaros este excelente vídeo que te explica con exactitud la diferencia entre lo que tú produces con tu trabajo y lo que se convierte al final en tus ganancias personales.


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Comentarios

  1. Bravo !!! Señor, hoy brilla su armadura... y la mía.

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  2. Muy cierto, la mayor parte de lo que pagamos en impuestos se los lleva el Estado. ¿Para darnos mejores servicios? No, para poder cubrir los gastos de 17 autonomías, 17 mini Estados, cada uno con sus pequeñas instituciones a imagen del Estado, además de los puestos a cubrir por los miles de asesores (del Estado, de las Comunidades, de los Ayuntamientos), es decir, del monstruo de Administración que tenemos.
    ¿Quiere ello decir que estoy en contra de las Autonomías? No del todo, pero si del monstruo en que se convierten una vez que nacen, no paran de crecer ¿hasta cuando? Luego se crean nuevos "organitos" para seguir enchufando a los amiguetes o a los del partido que no dan un palo al agua pero hay que buscarles un sueldo.
    Esa es la realidad.
    Simplemente un dato:
    - Alemania, población 81.702.329 hab. 150.000 políticos, 1 político por cada 554 ciudadanos.
    - España, población 47.190.493 hab. 445.568 políticos, 1 político por cada 106 ciudadanos.
    Un saludo,

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    1. Podríamos funcionar perfectamente con la mitad de lo que tenemos y la verdad es que nos vendría muy bien emplear ese dinero de otra forma. Muchas gracias por el comentario. Saludos.

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