DISONANCIAS COGNITIVAS


Llevo un tiempo en el que no publico ningún artículo. Ello se debe a que, cuando no hay nada importante que decir, mejor permanecer en silencio. Además, como no me lucro por esta labor, no tengo la presión de tener que contentar a ningún jefe que me diga lo que tengo que hacer y cómo hacerlo. Soy libre como el viento.

Pero ahora me parece una buena oportunidad el poder compartir esta reflexión, creo que posee una gran lección vital de la que todo el mundo puede sacar beneficio. Todos tenemos un mundo interior, en el que hay fantasías, esperanzas, prejuicios, expectativas, relaciones personales, ética laboral, etc. Luego está el mundo real, ese en el que las cosas son de una determinada manera y no de otra, pues se basan en hechos. Con una frecuencia cada vez mayor y cada vez más patológica, es muy raro que ambos mundos coincidan. A eso se lo conoce como disonancia cognitiva.
"No hay nada más fácil que el autoengaño, ya que lo que desea cada hombre es lo primero que quiere."
- Demóstenes.
Esa molesta disonancia es lo que origina el sufrimiento en cualquier momento de nuestras vidas. Si rompemos con nuestra pareja, esa persona sigue aún dentro de nosotros, en forma de recuerdos, rutinas, necesidades, etc. Sin embargo, esa persona se ha ido en el mundo real, ya no está. Por eso sufrimos el síndrome del corazón roto. Todo aquel que haya tenido esta experiencia, lo sabrá bien. ¿Y cuándo para el sufrimiento? Cuando llega la aceptación. En ese preciso instante, tu mundo interior y el mundo real vuelven a ser iguales. Todo vuelve a estar bien.

Por desgracia, existe otra forma de escapar a ese sufrimiento, una mucho más cómoda y fácil, pero que ocasiona a su vez problemas mucho más grandes. Esa es la manera más extendida hoy en día y por eso el mundo se ha vuelto tan loco en tan poco tiempo. Me estoy refiriendo, cómo no, a la negación de la realidad. Una persona sensata, primero observa el mundo y después hace en su interior los ajustes necesarios para armonizar ambos. El necio, no. El necio niega la realidad. Lo vemos a diario en lo pequeño y en lo grande. Si usáis las redes sociales, muy probablemente hayáis escrito alguna vez vuestra opinión sobre algo, sin meteros con nadie, y a los cinco minutos han empezado a atacaros con insultos. ¿Verdad que en más de una ocasión esas mismas personas os han acusado a vosotros de falta de educación? Si esas personas fueran sensatas, entenderían que son ellos los que te han insultado a ti y no al revés. Y entenderían que, si sus valores acerca de la buena educación son reales, los primeros que tendrían que practicarlos son ellos. Pero no lo hacen y te acusan a ti en falso. Lo más grave es que se lo creen de verdad. También os habrá ocurrido que le intentáis corregir una falta de ortografía a otra persona y, en vez de daros las gracias, os insulta. Esa persona no es capaz de aceptar que no ha escrito la palabra correctamente. En su mundo interior, esa persona sabe escribir. En el mundo real, no. ¿Qué hace entonces? Escoger la autocomplacencia, negando así la realidad.
"Los humanos no pueden soportar mucha realidad."
- Thomas Stearns Eliot.
De ese tipo de mentalidad surgen personas como esos violadores que dicen que "es que iba provocando". Exactamente la misma justificación que usan los llamados anti-fascistas para atacar por la espalda y asesinar a una persona por llevar unos tirantes con la bandera de España, también "provocaba". Claro, es que iba provocando con sus tirantes, y entonces... Surgen modas de todo tipo. Están los animalistas que matan a escobazos a la rata que se les cuela en casa; están los LGTBI, luchando por la inclusividad a base de excluir a todo aquel que no comparta su forma de ver la vida; tenemos a los demócratas, luchando todo el día por la imposición forzosa de sus ideas; las feministas, que luchan por la igualdad a base de "discriminación positiva"; están las personas que creen que un hombre es una mujer y viceversa, pero luego no creen que un hombre puede ser una cabra. ¿Por qué no?

El mundo ahora está a reventar de personas así. Son la inmensa mayoría. ¿Sabéis qué quiere decir esto? Quiere decir que la mayoría de personas no tiene moral. Si te guías por la norma de aceptar todo lo que preserve intacto tu mundo interior, en vez de por la realidad, no puedes tener principios. Puede que sepas y consideres que robar está mal. Cuando tú robes, buscarás la forma de autojustificarte. Dirás que se lo merecía, que estabas en una situación desesperada o que no era justo que la otra persona poseyera aquello. Cuando seas infiel, cuando seas deshonesto, cuando cometas errores... siempre que la realidad te diga algo que no te gusta, te engañarás a ti mismo. Y te creerás tus propias mentiras. No hacerlo supondría el total derrumbamiento de tu sistema de creencias. Supondría hacerte cargo de todo lo malo que has hecho en tu vida. Es decir, que todo lo que no fuiste afrontando en cada momento determinado, ahora vuelve a ti de golpe. Es muchísimo dolor para soportar y la inmensa mayoría de la gente elige no hacerlo.
“A veces, la mente recibe un golpe tan brutal, que se esconde en la demencia. Puede parecer que eso no sea beneficioso, pero lo es. A veces, la realidad es solo dolor, y para huir de ese dolor, la mente tiene que abandonar la realidad.”
- Patrick Rothfuss.
¿Qué pasaría si alguien tuviera el poder suficiente como para corromper la moral de una sociedad, de tal manera que el desarrollo personal estuviera asentado en mentiras desde la más tierna infancia? Tendrían que enfrentarse a todo ese sufrimiento cuando alcanzaran la edad suficiente como para plantearse estas cosas. Esas personas infectadas por ese lavado de cerebro acabarían convenciendo a otras a través de su influencia. El mundo se pondría patas arriba. Nadie entendería nada y todos notarían algo que no cuadra. Esa enorme disonancia cognitiva que han hecho de sus vidas.

Me gustaría que le echárais un vistazo al siguiente vídeo, que ya he publicado con anterioridad. Es una entrevista de 1984 a Yuri Bezmenov, un auténtico espía del KGB soviético. No es un actor. Esta persona formaba parte del servicio de inteligencia de una de las sociedades más perversas de los últimos tiempos, dejando un reguero de sangre interminable, no solo en su país o en su época, sino también en el mundo contemporáneo. Él desertó por negarse a seguir colaborando con toda aquella locura. Escuchad lo que dice, es lo que nos ha ocurrido y aún nos resistimos a creerlo. Claro, por eso todo esto es una gran disonancia cognitiva, porque nos ponen delante la realidad y aún así no damos crédito.


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